Notas de Vlady

(Cuaderno 134, fojas 4 y 5, año 1973, extractos)

(…) Curioso resulta contemplar esta situación [se refiere a los murales de la BMLT, ndr] en el contexto y antecedentes de todo mi trabajo; desde que llegué a México en 1942 [error de Vlady; llegó en 1941], no tardé en empezar un mural que me llegó por la intervención de don Ramón Denegri y su estimable y refinadísimo hijo Iván. El expresidente Ortiz Rubio me encargó un mural de 120 metros de los cuales logré pintar 107 mts. Diego a quien visitaba en las mañanas en su despacho-taller de Palacio Nacional me mandó con O´Gorman para que me diera la fórmula del fresco y un aceite. Entre los primeros metros colgué a Stalin… y empezaron las dificultades. Desfilaban misteriosas personas con acento checo y polaco, me interpelaban. Llegaron cartas anónimas amenazadoras al dueño del edificio. Las que me llegaron a mí no me causaban el menor efecto. El dueño consultaba a curas y expertos, vino Diego, a menudo venia Calles acompañado de una bella dama. (…) Orozco (…) escribió un amplísimo texto que analiza mi trabajo y recomendando que lo terminara. Me acuerdo de una frase “Trae los [ilegible] de los orígenes y situaciones de su infancia” (…) Finalmente me cortaron los [ilegible] de trabajo: Calidra y albañil. (…) No digo que aquel mural me aseguraría la inmortalidad, me temo que su contribución a la historia fue bastante exigua, pero este tipo de prevención nunca son explícitas en la psicología del pintor, son viejos [ilegible] no se trata de decirse cosas, dar forma a sus sentimientos, y no se sabe si un cuadro anodino hoy no será significativo mañana. En tiempos de [Elizabeth Gardner] Borguereau y Rosa Bonheur quien hubiese dicho que Cezanne y los impresionistas serían lo que son, y entre ellos “el Loco Pintante” fuera la dimensión más anticuada en el futuro. No me comparo, mi mural era malo, de un dieguismo improvisado y sin rigor pero enunciaba muchos conflictos que inclusive se adelantaban al hoy. (…) Desde aquel mural aprendí a pintar y a dibujar. Acepté todas las formas de contienda a mi alcance. Me enfrenté a Diego que cada vez se hacía un estalinista.