El artista ruso-mexicano empezó, todavía adolescente, su larga trayectoria de estudioso de la pintura, no solamente copiando obras, yendo a la escuela y frecuentando museos, sino también devorando libros y tratados. Particularmente importante fue la lectura de la Historia del arte de Elie Faure, quien, como Vlady, era un autodidacta genial que glorificaba a los gigantes estéticos del pasado para, con su evocación, exorcizar las tinieblas del presente. Gracias a la pluma ardiente de Faure, Vlady descubrió nuevos motivos para amar el Renacimiento, esa grandiosa epopeya del individuo que emerge de los dogmas, los ritos y las confesiones para romper todas las reglas y franquear todos los límites. Aquí presentamos algunos ejercicios sobre libros intervenidos que son en sí mismos auténticas obras de arte.