Vlady empezó a pintar el lienzo La escuela de los verdugos en 1947 y lo siguió interviniendo hasta sus últimos días. Se ha interpretado de muchas maneras y he aquí lo que decía el artista: “hace cincuenta años que pinto este cuadro y no lo puedo terminar. Lo eché a perder, lo volví a hacer y lo sigo haciendo. Resume mis obsesiones; la situación de mi padre y de sus compañeros, pero en la transposición a imagen todo se transforma de una manera que mejor lo entenderían Jung o Freud. Primero lo iba a llamar El armario porque en la escuela que yo frecuentaba en Oremburgo había un armario negro con papeles y unos dibujos de niños. Pero en el cuadro, en lugar de libros hay una vitrina con artefactos de tortura: cadenas, ganchos, pistolas, garrotes. Arriba está una escultura que pinté de memoria pensando en el David de Benvenuto Cellini. Atrás está un verdugo con una pipa en la boca y la sombra es Stalin. Tres personajes son el mismo: Eric Adroher “Gironella”, un militante del POUM que estaba en nuestro grupo, aquí en México. En el medio está alguien que siempre me ha interesado; es como un santo. Y está un mal alumno; yo creo es un autorretrato. Quizá nunca lo termine o quizá sirva para un autoanálisis”.