Xerxes (o Jerjes) es el rey persa que invadió a Grecia en el año 480 a.C. Cuenta la leyenda que cuando una tempestad destruyó el pontón flotante que había mandado a construir para que sus tropas cruzaran el estrecho de los Dardanelos, el tirano ordenó a sus soldados que azotaran el mar haciendo gala de una soberbia demente. Una vez más, Vlady pinta la arrogancia y también la estupidez de los dictadores. El tema fue evolucionando antes de llegar a la formulación final de esta obra de gran formato. En algunos bocetos, el artista representa a los soldados golpeando con un látigo las olas del mar que adquieren formas femeninas como alegorías de las olas. En otras versiones, la tensión se centra en el rey persa montado a caballo que fustiga él mismo a las olas antropomorfas. El rostro del monarca va adquiriendo formas cada vez más torpes, mientras que la bestia en la que monta se vuelve más monstruosa.
En el lienzo que presentamos, la composición se divide en dos secciones; el primer plano muestra a un Xerxes cíclope con sonrisa torpe y ostentando la cadena de su propia estupidez al cuello. Viste pantalones azules y tiene garras en lugar de pies; en su tórax, unos peces grandes devoran a peces pequeños. El monstruo monta sobre una bestia espantosa que tiene un largo cuello rematado por un rostro zoomorfo que abre sus fauces; el cuerpo muestra senos femeninos y sus patas calzan zapatillas. El estulto rey agita su látigo transformado en una serpiente cuyas cabezas miran con furia al monarca. En el fondo marino, se desarrolla una batalla entre los soldados y las olas, mismas que adquieren formas femeninas desnudas. Una de ellas, que recuerda a Medusa con serpientes por cabellera, se rebela frente al verdugo sujetando con fuerza el látigo. Es la lucha a muerte de la humanidad contra el poder y la violencia.