El asesinato de Trotsky

Capturar la imagen de sí mismo es siempre un reto, un viaje introspectivo que puede sorprender al pintor y también al espectador. A través de los autorretratos el artista no se pinta como es, sino como se percibe en sus múltiples facetas. Son retazos de vida los que se reflejan en la imagen que devuelve el espejo, junto a sus deseos inconscientes.

Como muchos artistas de todos los tiempos, Vlady se retrata decenas, incluso cientos de veces, si tomamos en cuenta los bocetos y apuntes de sus cuadernos. Emplea para ello múltiples técnicas, desde el grafito hasta el temple y óleo sobre tela, pasando por la acuarela, el gouache y la tinta china. En la selección que presentamos, encontramos al Vlady joven y al viejo, al mutante, al cíclope, al cuatro ojos, al acéfalo que carga su propia cabeza entre las manos.

Al documentar el paso del tiempo, de su tiempo, el pintor ruso-mexicano se convierte, por así decirlo, en el biógrafo de sí mismo. El resultado es una galería que muestra en su rostro las huellas de una vida tumultuosa y, asimismo, atribulada. Isabel, su eterna compañera, se manifiesta de manera acotada en algunos cuadros y habita en múltiples apuntes. En ocasiones, como en Autorretrato con Isabel de 2003, Vlady parece decirnos que el camino de su vida fue más afable en su compañía.

Vlady íntimo

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