Vlady y Victor Serge arribaron a México en septiembre de 1941, al cabo de un largo periplo y muchas adversidades. Estaban agotados, pero contentos. En adelante podrían desarrollar su trabajo creativo con relativa tranquilidad. Vlady afianzó su vocación por la pintura y se enamoró del muralismo. Sus libretas muestran que viajó a lo largo y ancho del país registrando de todo: paisajes tropicales, volcanes, montañas, mercados, rostros indígenas y escenas de la vida cotidiana.